Siete seminaristas celebran el primer hito de la Etapa Propedéutico


El signo visible de la cruz nos impulsa a conformar la propia vida con la entrega amorosa de Cristo por la salvación del mundo.

  El signo más distintivo del seminarista consiste en portar visiblemente una cruz. No se trata de un adorno piadoso, más bien significa la voluntad de querer conformarse con la cruz de Cristo, progresando día a día en el amor con el auxilio del Espíritu Santo. 

                  El pasado 7 de abril, Domingo de la Divina Misericordia, los siete seminaristas que comenzaron su formación en marzo de 2024 recibieron la cruz. De forma inédita, en esta ocasión el hito tuvo lugar en la casa de retiro con la que el Seminario cuenta en la localidad de Longotoma. El padre Rodrigo Quintanilla, formador de estos jóvenes, compartió sus sensaciones al acompañar a estos hermanos y aprovechó de profundizar en el significado de llevar la cruz: «Estoy muy contento por Ignacio, Leandro, Tomás, Jorge, Jesús, Jonathan y Pedro por haber recibido su cruz, y también por Diego por haber renovado este paso que dio hace un año atrás. La cruz nos impulsa a testimoniar el amor del Señor en medio del mundo y a seguir sus pasos, deseando iniciar una vida de entrega total a nuestros hermanos. Nos representa como consagrados, en el caso de ellos como seminaristas, y nos recuerda el camino vocacional que hemos elegido».  

Jesús Rey, seminarista de Santiago, generosamente comunicó la actitud con la que está viviendo su proceso de incorporación al Seminario y este significativo paso: «En mi caso personal, tengo muy patente el sentimiento de que, para llegar a la Pascua del Señor, su resurrección, tengo que pasar por la Santa Cruz. Creo que es cargando con la Cruz de Cristo, uniéndome a su sacrificio redentor, cuando sigo plenamente el camino vocacional al que Dios mismo me ha llamado». Su compañero Jorge Galaz también quiso poner en común su perspectiva acerca de la invitación que el Señor Jesús le hace al cumplir este hito: “Para mí la invitación del Señor es a seguir su ejemplo en el día a día. Él, que cargó con mi cruz, me pide que ahora yo lo haga también para ir en pos suyo (Cfr. Mt. 16, 24) y así formarme para una entrega generosa a mis hermanos y al mundo”.  

El resto de la comunidad del Seminario acompañó a la distancia, y con su oración, a estos hermanos del propedéutico. Ellos ya preparan su retorno a las dependencias de nuestra casa formativa en Santiago para comenzar su periodo lectivo. Demos gracias al Señor por la vocación de estos siete jóvenes que buscan seguir con fidelidad al Señor en su llamada a ser servidores del Pueblo de Dios. 

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