Solidaridad

Testimonio Solidario


Ignacio Pizarro es seminarista de teología. Actualmente, realiza su actividad pastoral en el mundo del alcoholismo y la drogadicción. Te invitamos a leer su testimonio.

Soy Ignacio Pizarro, y trabajo en la pastoral nacional de alcoholismo y drogadicción. En concreto, voy a un policlínico en Pedro Aguirre Cerda, y a una casa de acogida en Lo Espejo para adictos que no tienen hogar.

            Mi inspiración para este trabajo ha sido simplemente la disponibilidad, ya que no lo busqué; el encargado de la pastoral del seminario me preguntó si estaba dispuesto a meterme en esto y mi respuesta fue: ¿cómo me voy a negar?

          Cuando me preguntan sobre la solidaridad, respondo que no es un sentimiento, sino una acción permanente, una determinación, por lo que no es posible trabajar de rehabilitación sin perseverancia. Hay que ser fiel a la misión, y en mi caso, eso implica estar con personas que han sufrido mucho. Es fundamental invertir mucho tiempo, porque esta pastoral es lenta, es una carrera de largo aliento. Quizás es la mayor dificultad, porque no es fácil dedicarse a algo que aparentemente es una pérdida de tiempo, los resultados tardan mucho en verse. Como dice el Papa Francisco en Evangelii gaudium, estamos en una época de crisis del compromiso. Y en este trabajo lo que más se necesita es compromiso.

            Al empezar, no sé si tenía temores o prejuicios. Cuando me propusieron trabajar en esto, no tenía experiencia. Por lo mismo, para mí fue clave asumir eso desde el principio y desde el primer día pregunto todo, y lo sigo haciendo, porque me queda mucho por aprender. No solo a los profesionales que trabajan en el policlínico, sino a los mismos beneficiarios del programa. Creo que de alguna manera es el método pastoral de Jesús, partir desde el otro. Me inspira mucho la pregunta que le hace al ciego de Jericó: “¿qué quieres que haga por ti?”  

            A alguien que quiera hacer una actividad solidaria y no se anima, lo entiendo. A mí también me pasa, cuesta salir de uno mismo. Yo le diría que busque decididamente un encuentro con Jesús, que rece mucho, que dialogue con él, que le pregunte por su voluntad. Y si no es creyente, que se haga preguntas trascendentales, sobre el sentido de la vida. Tarde o temprano llegará la pregunta del escriba: “¿quién es mi prójimo?” Cuando llega la respuesta, la solidaridad deja de ser una cuestión de motivación personal y pasa a ser respuesta a un llamado, a una voz que es más grande.

            Como seminarista no ha sido fácil aperrar con esta pastoral, porque hay que conciliarla con los estudios y la vida del seminario, que es muy exigente. Me sirve para conocer un problema real, una tragedia a la que, cuando salga a la misión, sin duda voy a estar más atento.

            Esta pastoral me ha ayudado a mirar las cosas de otra manera. Cada rehabilitación es un milagro. Esa era una de las preguntas que al comienzo hacía mucho: ¿por qué, después de tanto tiempo metido en la droga, ahora quieres salir? Me di cuenta que eso era como preguntarle al hijo pródigo por qué quiso volver a la casa de su padre. Sencillamente Dios tocó su corazón, y eso no está bajo el control de nadie.      

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