Celebración de Ingreso de Nuevos Seminaristas


Siete de ellos entraron a Propedéutico, primer año de formación, mientras que otros tres se incorporaron directamente a los estudios de Teología. En la Misa de ingreso, el Arzobispo de Santiago llamó a los seminaristas a “prepararse a la misión que el Señor les quiere encomendar”.

Entusiasmados y algo nerviosos llegaron el pasado domingo 3 de marzo al Seminario 10 jóvenes que se incorporaron a nuestra casa de formación. Siete de ellos ingresaron a su primer año, por lo que arribaron acompañados de sus familias que los ayudaban con sus bolsos y maletas para instalarse en lo que será su nuevo hogar por los próximos nueve años.

Los otros tres nuevos seminaristas se incorporaron al primer año de teología, que equivaldría al sexto año de formación. Uno de ellos es Mitchel Artigas Quintero, de la diócesis de Melipilla, que por razones específicas de su proceso formativo reingresó este año. Los otros dos son Hugo Fernández Valiente y Diego Pereira Azcurra, de la arquidiócesis de la Santísima Asunción del Paraguay, quiénes luego de haber cursado sus cursos filosóficos en su país, continuarán su formación en nuestro Seminario, según la voluntad de su Arzobispo.

Después de un cercano encuentro entre las familias de los nuevos seminaristas y el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, se dio inicio a la Misa de ingreso en el Templo Mayor de nuestro Seminario, que estaba repleto de familiares y amigos de los nuevos alumnos. Luego de la lectura del Evangelio, los nuevos seminaristas fueron llamados uno por uno para participar en la Eucaristía: de la arquidiócesis de Santiago, Pablo Castillo Rojas, Gerardo González Büsse, Martín Guzmán Silva, Hernán Jiménez Roa, Matías Peralta Muñoz y Sebastián Ruiz-Tagle Álvarez; y de la diócesis de San Felipe, Aldo Rodríguez Guerrero.

En su homilía, monseñor Ezzati dio la bienvenida a los jóvenes que llegan “a prepararse a la misión que el Señor les quiere encomendar”.  Aseguró que “en una hora desafiante como la presente, no les faltará la gracia y la fuerza de quien llama, ni la maternal protección de la Virgen María, y tampoco les faltará la compañía de hermanos y hermanas que con ustedes comparten la fe inquebrantable en el Resucitado, que ha vencido al enemigo mentiros, su soberbia y sus intrigas”.
Tomando parte de las lecturas de ese domingo, el Arzobispo señaló que, al igual que la misión encomendada a Moisés, hoy también “Dios pone cosas grandes en manos frágiles y débiles”. Luego, añadió que “la Iglesia debe ser voz e instrumento de liberación, de esa libertad que el Señor quiera para cada uno de nosotros, para su pueblo, la liberación del pecado y del mal, la liberación de todos los males”. Al referirse a la parábola de la higuera estéril destacó que la misericordia de Dios, “a pesar de nuestra fragilidad humana, nos ofrece la posibilidad de dar frutos abundantes”.

La Misa fue concelebrada por monseñor Enrique Troncoso, Obispo de Melipilla, y monseñor Cristián Contreras, Obispo de San Felipe, además de cerca de 30 sacerdotes

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